viernes, 16 de diciembre de 2011


Los recursos mineros

La actividad minera tiene una larga tradición en toda América, y en especial en América latina, donde la extracción de metales preciosos constituyó uno de los principales incentivos de la colo­nización. ¿Te acordes del asombro que había despertado en los españoles la gran riqueza mine­ral que encontraron? Había ganado fama la abundancia de plata del cerro Rico de Potosí (en Bo-livia), y de oro y piedras preciosas en Minas Gerais (Brasil).
Los yacimientos mineros más importantes son los de minerales metalíferos (metales), como el oro, la plata, el cobre y e hierro. También se extraen minerales no metalíferos como sales, ye­so y distintos tipos de rocas.
Principales yacimientos de minerales
En América latina, los yacimientos de metales más relevantes se en­cuentran preferentemente en la Cordillera de los Andes y en los macizos de Guayania y de Brasilia. Se obtienen, sobre todo, cobre (en Chile y Perú), hie­rro (en Brasil, Perú y México), cinc y plata (en Bolivia y Perú), bauxita (en Ja­maica, Suriname y Guyana) y estaño (en Bolivia y Brasil).
La explotación de estos recursos ha resultado decisiva para el desa­rrollo industrial de algunos países latinoamericanos. Es el caso de Méxi­co y sus industrias siderúrgicas, sobre todo en Monterrey, que son abas­tecidas por los yacimientos de hierro del oeste del país.
El aprovechamiento minero también tiene una gran importancia econó­mica para los países de América anglosajona. Por ejemplo, el poblamien-to del oeste norteamericano estuvo vinculado al descubrimiento de yaci­mientos de oro en California y en Oregon hacia mediados del siglo xix.
La principal área minera se localiza en las Montañas Rocosas. En la actualidad, entre los yacimientos minerales más importantes valorizados como recursos se destacan los de hierro, uranio, cobre, plomo, oro y car­bón, entre otros.
Otra de las áreas mineras intensamente aprovechadas es la de los montes Apalaches. Allí, los más importantes son los yacimientos de hie­rro, ubicados en la vertiente oriental, así como los de cobre, bauxita y cinc. También sobresale el Escudo Canadiense, en particular por sus ya­cimientos de hierro, que no sólo es utilizado por la industria de ese país, sino también por la de los Estados Unidos, hacia donde es exportado por vía fluvial. Esta explotación está estrechamente vinculada con el de­sarrollo de las actividades industriales, en tanto que aporta importantes insumos para la fabricación de diferentes tipos de productos.



Los combustibles fósiles

Los combustibles fósiles como el carbón y los hidrocar­buros (e petróleo y el gas) son recursos muy importantes, ya que constituyen una fuente de energía fundamental, de Id­ealización restringida y no renovable.
¿Por qué se dice que e carbón es un combustible fósil? "Combus-•tible" porque libera su energía cuando se quema, y "fósil" porque se formó en e interior de la Tierra a partir de la descomposición de anti­guos restos vegetales. Esta transfor­mación ocurrió a lo largo de las eras geológicas, en procesos muy lentos y en determinadas condiciones; por eso, los yacimientos de carbón se encuentran sólo en algunas áreas del planeta.
El petróleo y el gas se originaron a partir de restos de organismos ma­rinos, que quedaron envueltos en depósitos de fango y, al descompo­nerse, formaron pequeñas gotas de
aceite y burbujas de gas. Estas se fueron concentrando en algunas áreas y dieron origen a los yacimientos.
La explotación de los combustibles fósiles es muy importante por su incidencia en e desarrollo de un conjunto de actividades, como el trans­porte y ciertas industrias; sin embargo, el uso intensivo que se hace de ellos plantea el problema de su posible agotamiento.
Por lo general, las áreas de mayor producción no coinciden con las de consumo, de modo que se generan grandes flujos de transporte entre las regiones productoras y consumidoras.
En muchos países productores, esta actividad genera una fuerte de­pendencia, es decir que la mínima caída del precio del barril puede provocar profundas crisis económicas, ya que las respectivas economías dependen de la exportación de este recurso.
Las extensas cuencas petroleras que hay en América latina la convierten en una importante región productora. Hay yacimientos de petróleo y de gas en México, Venezuela, Ecuador, Brasil y la Argentina. Los yacimientos se hallan tan­to en el continente como bajo el mar, en la plataforma submarina próxima a las costas.
En América anglosajona, los principales yacimientos de hidrocarburos se lo­calizan en el subsuelo de las grandes llanuras y de las plataformas continentales. Se encuentran dispuestos a lo largo de una amplia franja, casi sin interrupción, que se extiende desde el centro-oeste de Canadá hasta el Golfo de México. En menor medida se destacan los yacimientos de Alaska y los de California.


Recurso suelo
El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre que se forma a partir de la alte­ración y desintegración de las rocas y de la descomposición de los organismos vivos. Es un recurso natural muy valorado, pues de él dependen la mayoría de las actividades económicas que realizan los seres humanos. Un suelo rico contiene las sustancias nutri­tivas que necesitan las plantas y puede soportar una cubierta vegetal densa; así encon­tramos, por ejemplo, tierras aptas para cultivos, para pastura, para producción forestal. El continente americano presenta una gran diversidad de suelos que son resultado de las variaciones del relieve, el clima y los biomas. ¿Cómo influye cada uno de estos factores?    El relieve está en relación con las características de su sustrato rocoso y su pendiente. Según su inclinación, facilita o impide la acumulación de materiales que conforman el suelo. » El clima facilita el proceso de desintegración de las rocas y el de descomposición de los orga­nismos vivos en función de las condiciones de humedad, temperatura y vientos. m Los biomas aportan la materia orgánica indispensable para la formación de suelos ricos en humus. Por ejemplo, en las áreas tropicales, cálidas y húmedas, los suelos presentan una delgada ca­pa de materia orgánica; es que allí, si bien el aporte de materia orgánica es alto, las lluvias inten­sas y abundantes provocan el rápido lavado de los nutrientes del suelo. Esto sucede en la llanura amazónica y en el área costera oriental de América Central. En las llanuras templadas encontra­mos, en cambio, suelos profundos, bien desarrollados y con abundante materia orgánica. En su formación influyen, principalmente, las pendientes suaves y las temperaturas y lluvias moderadas. Tal es el caso de las llanuras centrales de América del Norte.

Distintos usos del suelo
   En el norte de la llanura del Paraná-del Plata (sur de Paraguay, nordeste de la Argentina y sudoeste de Brasil) se valorizan los suelos y el clima tro­pical para la producción de cultivos industriales. En el sur de la llanura, so­bre todo en la Pampa húmeda argentina, los suelos fértiles y el clima templado y húmedo favorecen el cultivo de cereales y oleaginosas y la cría de ganado vacuno, en especial destinados a la exportación.
   En la llanura amazónica se diversifica el uso del suelo. Por un lado, el cul­tivo de subsistencia lo realiza la población indígena en forma itinerante. Por otro lado, la producción de café y soja está a cargo de agricultores provenientes de otras zonas. También se cría ganado vacuno en fincas de grandes extensiones.
En las mesetas, con clima seco y frío, se desarrolla la actividad ganadera; en la Patagonia, por ejem­plo, es muy importante la cría de ganado ovino. Una excepción es la meseta o Mesa Mexicana, en la que, gracias a la construcción de una importante infraestructura de riego, predomina la explota­ción agrícola de los suelos.
En los Andes peruanos, ¿cómo lograban las culturas precolombinas cultivar en un terreno lleno de montañas y con poca agua? Construían acequias (canales angostos) para derivar agua desde los ríos hacia las zonas que querían regar. Y para tener más tierras cultivables, utilizaron con gran éxito los andenes o terrazas de cultivo: tallaban las laderas de las montañas y preparaban unas rampas es­calonadas, que rellenaban con tierra fértil.
En América anglosajona, las actividades agrarias se han ido especializando por areas, según las ven­tajas naturales de cada lugar y la proximidad a los mercados de consumo o a las zonas industriales.



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