jueves, 15 de diciembre de 2011


LA DIVERSIDAD DE LA OFERTA NATURAL

La base natural del continente americano es sumamente variada. La estructu­ra geológica y el relieve, el clima, el suelo, el agua, la ve­getación y la fauna de nuestro continente constituyen esas condiciones naturales básicas y son, por lo tanto, una de las fuentes de recursos sobre las que se asienta la orga­nización del espacio americano.
De hecho, como veremos en los capítulos siguientes, el poblamiento del continente y los patrones de ocupa­ción del espacio resultantes estuvieron en parte condicio­nados por las características del medio físico. Así como la presencia de obstáculos naturales por ejemplo, relieves abruptos o selvas impenetrablescondicionaron el asen­tamiento de población, de la misma manera las posibili­dades de realizar actividades económicas —agrícolas, mi­neras o energéticasdependieron del medio natural y de los recursos que ofrecía el territorio americano.
El conocimiento de las condiciones naturales resulta, entonces, una herramienta útil a la hora de evaluar tanto las limitaciones o los condicionantes naturales que pue­den llegar a convertirse en riesgos o amenazas para la so­ciedad, como las posibilidades que ofrece el medio para la obtención de recursos.

América y sus placas
En el mapa de esta página (doc. 2) se identifican las principales placas tectónicas que conforman en la actualidad la superficie de la litosfera. Algunas están formadas por corteza oceánica, y otras, por corteza oceánica y continental. Las que forman el continente americano son: la Norteamericana, la de Cocos, la del Caribe y la Sudamericana.
Los bloques están apoyados sobre una capa de ma­teriales rocosos fundidos por las altas temperaturas del interior del planeta (magma), que suelen ascender a tra­vés de algunas grietas o fisuras que se encuentran en las zonas de contacto entre las placas.
Los sectores de la litosfera por donde asciende el magma se denominan zonas de expansión y de placas divergentes. Allí, los materiales empujan las placas y las separan. Se genera, entonces, un espacio que es relle­nado con magma y así aumenta o se crea el fondo oceá­nico. En las zonas de expansión no suelen ocurrir sis­mos de gran intensidad. Esto sucede en el borde de las placas Norteamericana y Euroasiática, que se separan a una velocidad de 2,5 centímetros por año. También son placas divergentes la Sudamericana y la Africana.
El movimiento de expansión de las placas se compen­sa con otro de sentido contrario. Es el caso de las zonas donde las placas entran en contacto, se superponen y una

se hunde bajo la otra: son las zonas de subducción o de hundimiento. Una de las principales consecuencias es que la parte elevada de la corteza forma (a lo largo de millones de años) grandes cadenas montañosas (orogénesis). Así surgieron las cordilleras que constituyen la zona monta­ñosa del oeste americano. América Central y las islas ca­ribeñas también se formaron por el encuentro de placas. Además, el enfrentamiento de las placas explica la inesta­bilidad sísmica de la zona y los fenómenos volcánicos.
Otro tipo de encuentro de placas es el que ocurre entre la placa Pacífica y la Norteamericana. En este caso, las placas se desplazan paralelamente entre sí, pero en sentidos opuestos. Una consecuencia es la for­mación de la falla de San Andrés, en California, área de numerosos terremotos.
En el esquema (doc. 3) se ha representado la dinámi­ca de la tectónica de placas en un sector de América del Sur. La placa Sudamericana se desplaza de este a oeste y así originó un borde divergente con la placa africana, al este, y un borde convergente con la placa de Nazca, al oes­te. Como consecuencia, la placa de Nazca se hunde por debajo de la Sudamericana. La presión y el empuje sobre los sedimentos continentales y marinos, acumulados en ese borde continental desde fines del Precámbrico, ge­neraron (a lo largo de millones de años) plegamientos y levantamientos que dieron origen a la formación de la Cordillera de los Andes.

Escudos y llanuras en América
Como ya leíste, la mayor parte de los continentes está formada por estructuras rocosas originadas en el Precámbrico y que en el Paleozoico formaban parte de la Pangea, y por la deriva continental ocuparon distin­tas posiciones en la superficie de la litosfera, hasta su lugar actual. Se las identifica con el nombre de escudos continentales, cratógenos o macizos. Su topografía o relieve actual es, en general, suave por el desgaste que han sufrido las rocas durante millones de años. En rea­lidad, estas zonas corresponden a cinturones de mon­tañas muy antiguos que han sido erosionados hasta sus raíces y que desde entonces han permanecido estables, sin mayores deformaciones, salvo las provocadas por las orogenias en los bordes continentales.
Los escudos que forman parte del continente ame­ricano fueron afectados por las orogenias terciarias originadas en las zonas de subducción. Un formidable empuje desde el oeste produjo fracturas y desplaza­mientos en los cratógenos: unos bloques ascendieron y otros se hundieron. En estos últimos se depositaron se­dimentos durante millones de años (las últimas capas son del período Cuartario), conformando llanuras. En algunos sectores, los sedimentos depositados son de origen marino. Esto se debe a que en determinadas épocas geológicas, tanto por un aumento del nivel del mar como por el hundimiento del cratón, el mar inva­dió zonas continentales (este proceso se llama trans­gresión marina).
¿Dónde se encuentran estructuras estables en América? >• El Escudo Canádico está ubicado en el centro y en el este de América del Norte. El sector nordeste es el que aflora formando una zona acolinada de escasa altura com-
puesta por rocas cristalinas de gran dureza. Esta zona ha sido invadida por los hielos en distintas etapas geológi­cas, por eso presenta escasa altura general, produce/de la erosión provocada por el hielo, que ha formado también un gran número de lagos. Hacia el centro y el sur, sobre los bloques hundidos del escudo, se formaron las llanu­ras centrales de América del Norte, como la canadiense y la del Mississippi en los Estados Unidos. >• El Macizo de Guayana ocupa el sudeste de Vene­zuela, el norte de Brasil, Guyana, Surinam y parte de la Guayana francesa. La erosión provocada por el agua de las lluvias y de los ríos produjo formas amesetadas con laderas muy verticales, que en esta zona se llaman tepuis. Sobre parte del cratógeno se formó la llanura o llanos del Orinoco.
^ El Macizo de Brasilia se extiende en la parte orien­tal de América del Sur, principalmente en territorio brasileño. En algunos sectores, el basamento presenta un relieve de meseta, y en otros, de sierras. La llanura amazónica y la chacopampeana se formaron sobre este escudo antiguo.
> El Macizo patagónico ocupa el sudeste de América del sur entre el río Colorado y el Estrecho de Maga­llanes. En este sector se produjeron movimientos de ascenso y descenso de los bloques del cratógeno que generaron un relieve de mesetas de distintas alturas.
Hacia el este, el cratógeno se prolonga en la plata­forma continental y vuelve a emerger en las islas Mal­vinas.

Las cordilleras del oeste
En el oeste de América se encuentran las zonas inestables sometidas a una gran actividad tectónica, y donde más se deforma la litosfera americana. Las ma­yores deformaciones están representadas por la zona montañosa que se extiende desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Es el resultado de fuertes esfuerzos compre­sivos originados por la colisión de las placas litosféri-cas. Las rocas que afloran en las cadenas montañosas están intensamente plegadas y con fallas, lo que evi­dencia la fuerte presión que se produce en estas zonas. Además, existen distintas manifestaciones de actividad volcánica y sísmica. La zona montañosa, en la que se destacan el sistema Plegado del Oeste y la Cordillera de los Andes, se dispone, en general, en el sentido de los meridianos y fue constituida por los movimientos orogénicos más recientes (del Cenozoico, período Ter­ciario); algunos sectores, si bien son de origen más an­tiguo (orogenias del Paleozoico o Mesozoico), fueron fracturados y ascendidos por las orogenias cenozoicas. Son relieves relativamente jóvenes, de gran altura, con pendientes en general escarpadas, porque no han sido muy afectados por los procesos erosivos.
En América del Norte se destaca el sistema Plegado del Oeste, que se forma por subducción de la placa Pa­cífica por debajo de la Norteamericana. Su formación reciente da cuenta no solo de las grandes alturas y las formas abruptas del relieve sino también de su gran inestabilidad, que se expresa en movimientos sísmicos y erupciones volcánicas. El sistema está formado por una serie de cordones paralelos. Las cadenas costeras acompañan el litoral Pacífico, son discontinuas y pierden altura hacia el sur. En los montes de Alaska se encuentra el pico más alto del ma­cizo, el McKinley, de 6.193 m. Más al sur se hallan la cadena de las Cascadas y la sierra Nevada.  Las montañas Rocosas se ubican al este de las an­teriores, más distantes del océano. Entre las cadenas costeras y las Rocosas hay un conjunto de cuencas o mesetas interiores: de norte a sur se pueden enumerar las de Yukón, de Columbia Británica, de Columbia, del Colorado y de la Gran Cuenca.
En México, dos encadenamientos paralelos enmar­can la Meseta Central de México: la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental. La Meseta Central es un altiplano con una altura media de 2.000 m, rodeado de volcanes como el Popocatepetl.         
En América Central se extienden dos conjuntos montañosos principales: las cordilleras paralelas al océano Pacífico, de mayor altura y con volcanes, y los cordones orientales, de menor altura y perpendiculares a las anteriores. Los cordones montañosos orientales continúan bajo el mar Caribe y reaparecen o emergen más al este formando el arco de islas conocido como Antillas Mayores.

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